Naomi Klein, una importante intelectual estadounidense, relata la completa historia de los acontecimientos político-económicos del ultimo medio siglo en los que se ha visto implicado occidente en su libro "La doctrina del shock, el auge del capitalismo del desastre"; para esta labor recurre a un gran cantidad de documentación incluso de información desclasificada recientemente. La historia comienza en la década de los cincuenta, durante la guerra fría, un reputado psiquiatra, llamado Ewen Cameron , que había formado parte del tribunal médico de Nurenberg y fue presidente de la Asociación Americana de Psiquiatría, de la Asociación Canadiense de Psiquiatría y de la Asociación Mundial de la Psiquiatría. Ewen Cameron se había apartado de la terapia conversacional y se dedicaba a las teorías del conductismo, afirmaba que hay dos factores que nos permiten tener una imagen espacio temporal: 1- Una fuente continuada de información sensorial y, 2- Nuestra memoria. Opinaba que una mente enferma, a base de una serie de tratamientos de shock, podía ser reseteada y convertida en una tabla rasa sobre la cual imprimir ideas y construir la identidad de una persona. La CIA decidió llevar a cabo experimentos sobre la población civil en un psiquiátrico llamado Allan Memorial Institute, el proyecto se denominó MKUltra. Los efectos observados en los experimentos era de un empeoramiento en un 75% de los casos, pero Cameron argüía que su fracaso se debía a que no se le dejaba administrar el suficiente shock a los pacientes, aún así en ocasiones excedía los límites. En algunos casos se producía una regresión total en el individuo, volviendo a un estado infantil, también incontinencia en los esfínteres, pérdida de la memoria y otros daños muchas veces irreversibles. Los tratamientos a los que eran sometidos los pacientes era aislamiento sensorial total durante días o semanas en las que no se les permitía ver ni oír nada, se les administraban drogas potentes, incluso alucinógenas, les alteraban el horario de las comidas y escuchaban unas cintas en las que había grabados mensajes que se repetían continuamente una y otra vez; en el momento que salían del aislamiento se les sometía a unos tratamientos de electroshock con una Page-Russhell, en ocasiones, llegaban a provocar lesiones graves en la columna debido a los fuertes espasmos. Estas medidas de tortura se generalizaron por varias instituciones psiquiátricas como tratamiento, hasta que fueron eliminadas décadas más tarde. Las "investigaciones" le sirvieron a la CIA para elaborar un completo manual de tortura llamado Kubark. Este manual describía las maneras de hacer mas efectiva la ruptura de las resistencias del individuo a cooperar. Un premio nobel de economía, cuyo nombre es Milton Friedman, extrapoló estas teorías para aplicarlas al cuerpo social. Este sujeto defendía la necesidad de una serie de tratamientos traumáticos sobre la población de un país para poder establecer las reglas del libre mercado. Friedman gestó su infamia en la universidad de económicas de Chicago, exponía que era necesario un estado de shock que alterase la manera de entender el mundo de la sociedad que trataba, cuya enfermedad era el socialismo o el proteccionismo, los cuales creaban anticuerpos. Para acabar con estos se producía un primer shock, por un desastre natural (Sri Lanca u Orleans, en que recientemente se han llevado a término una ola de privatizaciones) o por un trauma violento inducido como una guerra o un golpe de estado, en el que se producían torturas, según los esquemas del manual Kubark, y el genocidio ideológico selectivo que se efectuaban a plena luz del día, en los campos donde trabajaban los jornaleros siendo golpeados y electrocutados a la vista de sus vecinos, con las baterías de sus propios tractores. Todo programado con precisión quirúrgica por listados elaborados por la CIA, el estado de turno y las empresas, multinacionales, fundamentalmente, como ATT, Ford, General Motors, Mercedes, Fiat... que tuvieran intereses en el país. Estas listas las componían economistas, jornaleros, lideres sindicales, estudiantes y, en general, cualquiera que tuviera esa enfermedad de ideal de cooperación e igualitario. Las empresas incluso llegaban a reclutar sus propios escuadrones de la muerte para realizar el exterminio por su cuenta. El segundo paso a seguir era administrar otro shock político de terrorismo de estado sistemático sobre la población del propio país. Tras estos dos sucesos el trauma era profundisimo y como explicaba un torturador a su victima estaban erradicando esa esnfermedad para veinte años. El tercer y último Shock serviría a modo de vacuna, que produciría la merma de la enfermedad y su desaparición, se trata de otro shock permanente, el económico, para estabilizar la corrupción y la desigualdad, lo que, según la escuela de Chicago, produciría armonía en el mercado. Nada más lejos de la realidad. El primer experimento se produjo en Chile el 11 de septiembre de 1973, cuando gobernaba Salvador Allende y aconteció el golpe de Pinochet, alegando a la existencia de grupos terroristas de izquierda. Los alumnos de la escuela de Chicago, los "Chicago Boys", adoptaron cargos importantes en el gobierno que les concedió la junta militar, como la banca o el ministerio de economía. Siguiendo los esquemas de Friedman se privatizaron empresas y bancos, la sanidad, educación, rebajó el gasto público, legalizó el despido libre, eliminó los aranceles y los precios fijos de los alimentos básicos, provocando una inundación de productos del exterior más baratos y la carne subió un 700% y logró sus mayores ingresos en la historia, el paro en 1983 era del 30%, con Allende del 3 y se disfrutaba de un estado de bienestar socialista con sanidad, educación y alimentación asegurada y un apoyo popular masivo. Los trabajadores habían conseguido, por ejemplo, una hora para comer, no 20 minutos, y un 1% de cada venta para programas sociales.
Esta situación se reprodujo en general por en el cono sur de américa donde, en los países desarrollistas que disfrutaban de un Estado de bienestar, como Argentina, Uruguay y Brasil, se instauraron regímenes dirigidos por juntas militares. El modus operandi de las torturas siempre fue el mismo, los mismos shocks, individuales y colectivos. Una tortura económica, una psicológica y una física para erradicar lo que ellos llamaban enfermedad Marxista. Esto también se produjo en Indonesia, Rusia, China... cada vez que se instauró un nuevo régimen económico que es el trasfondo que mueve todo el trauma. ¿España? Tal vez. De todos modos eso pertenece a otra generación, la denominada era de la información y ¿Quién sabe que demonios necesitan para mantener un poder como legitimo ante el pueblo cuando se programa un genocidio global por el hambre, se anuncian esclavistas y asesinos por los medios de estimulación, por tu ropa y en carteles, se extermina la vida y se anestesia nuestra ansía? ¿Qué clase de guerra de conciencia debemos librar y que tasas se va a cobrar esta? ¿Que unidad debemos lograr y cómo cuando esos dos elementos que postulaba Friedman como constituyentes de la idea espacio temporal, a saber, una fuente de estímulos y la memoria, han sido ya condicionados por los personas que controlan diseñan los mensajes que recibimos y repetimos como un eco en proporción a la cobertura que dedican los medios la tema? ¿Acaso no han construido ya una imagen distorsionada a más no poder de la historia? ¿En dónde nos encontramos nosotros si no sometidos al terror, al aislamiento y la impotencia? Por tales motivos, creo que una manera de lograr el despertar colectivo es la nueva ilustración, es decir, cultura televisada del colegio a la universidad, a parte de la mobilización y la presión desde abajo por una democracia directa.
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